“Voy a votar al PP, porque son los que tienen el dinero”
Un parado de Valencia frente a una mesa electoralel 20N
El resultado de las elecciones del 20 de Noviembre puede dar pie a múltiples interpretaciones y análisis con los que muy probablemente nos bombardearán durante las próximas semanas a través de las cabeceras de los diarios, las tertulias, las noticias, etc. Yo sin embargo quiero reducir dicho análisis a una cuestión que viene preocupándonos desde hace tiempo a muchos militantes, activistas y gentes con conciencia de clase. Me refiero al hecho ya incuestionable de que el voto obrero en este país ha sido capitalizado y seguirá siendo capitalizado – al menos hasta que logremos darle la vuelta a la situación – por el Partido Popular. Pero no sólo el voto obrero, también el de la mayor parte de los ciudadanos que se encuentran en una situación más delicada, incluso rozando o sufriendo situaciones de verdadera miseria.
Los 11 diputados logrados por Izquierda Unida son un hecho positivo que constata que el discurso de la formación se ha clarificado en una época de crisis como la actual, pero que desgraciadamente ha conseguido llegar fundamentalmente – y no es poco – a las gentes con una determinada capacidad crítica, a las gentes que a través de su propio análisis han llegado a la conclusión de que IU es la única opción electoral capaz de proponer una salida distinta y viable a la crisis, también a los intelectuales, a muchos universitarios, además, por supuesto, de a toda aquella gente que siempre ha tenido claro cual ha sido la fuerza – que con todos sus errores – ha sido portadora de la tradición de lucha democrática desde hace décadas en favor de las libertades y los derechos de los trabajadores en nuestro país.
Sin embargo, IU no ha sido capaz de lograr el apoyo de la inmensa mayoría de los trabajadores y los parados, sobre todo de aquellos que se encuentran en una situación más precaria, y cuya principal prioridad es la de saciar sus necesidades básicas, y movidos por su hambre o su necesidad se echan en brazos del patrón, del que tiene el dinero, del que dice tener la solución a todos los problemas “ocasionados por la izquierda, por los inmigrantes y por los nacionalistas”. Es una tragedia, tan cierta como que dos más dos son cuatro, pero así es, y nadie puede refutarlo. Y el voto que no va al PP se queda en casa, y el que no, acaba en los brazos de formaciones populistas como UPyD, que en estas elecciones se ha alimentado casi exclusivamente de trabajadores de clase media-baja descontentos del PSOE y ex-abstencionistas.
Por eso, y en mi humilde opinión, el único y principal objetivo debe ser el de arrancarle de las manos el apoyo – y por supuesto el voto – obrero a la derecha, principalmente al Partido Popular , demostrando mediante los hechos que es posible construir un camino que lleve a los trabajadores a alcanzar una mayor cota de derechos y bienestar, y crear una herramienta capaz de transformar la realidad en favor de la inmensa mayoría de la población, arrebatándole el poder de una vez por todas a los poderosos, tengan el poder que tengan, se llamen como se llamen, y estén donde estén.
Si echamos la vista a lo que ha pasado en nuestro país cultural y políticamente en los últimos veinte años, es hasta cierto punto comprensible un resultado electoral como el que se ha dado, con el populismo arrasando en las urnas y haciéndose con el poder absoluto. Aunque eso sí, contando con menos del 30% del apoyo de los ciudadanos con derecho a voto.
Por tanto, dadas las circunstancias actuales y las que están a punto de venirnos encima, sería un suicidio político y un error histórico imperdonable que IU se limitase únicamente a la cuestión institucional y no retomase una labor que nunca se debió abandonar, pero que se abandonó. Me refiero a la labor de creación de conciencia de clase minuciosa, organizada y formativa, no sólo en las universidades y en los medios a nuestra disposición, sino directamente en los centros de trabajo, en las colas del paro, y hasta en los suburbios… Porque no nos engañemos, es ahí donde está el caladero de votos del Partido Popular, y también donde la derecha tiene el apoyo que la sustenta socialmente; en la mentalidad sumisa del esclavo, en el miedo a pensar, en la pelea por las migajas y la limosna de una ayuda, de un empleo…
Hoy día tenemos las herramientas técnicas que pueden hacer posible alcanzar cada ámbito y cada rincón de la sociedad española, y el discurso que nace de la rebeldía consciente – individual y colectiva – que se levanta de numerosas maneras (15M, Anonymous, Asambleas Populares, Redes Sociales, Plataformas) está consolidando unas propuestas cada vez más claras, marcando la línea roja que separa a explotadores y explotados, indignos e indignados. Sin embargo falta ponernos, todos a una, a emprender una labor común de concienciación de clase, fundamental para acabar de una vez por todas con la mentalidad sumisa que ha elevado al nivel de todopoderoso al Partido Popular, que ya tiene en sus manos el poder económico, mediático, el Estado, las Autonomías, el poder local y la Iglesia. Ahí es nada.
Sublime.
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