Sé que no hay lugar para el desprecio
El amor resiste los golpes hasta el infinito
Convirtiendo cuerpos y mentes en vehículos hacia la perfeccion
La ciudad vomita sangre a estas horas de la noche
Confundidos por las luces de neón estamos tu y yo
En esta ciénaga de sentimientos llamada Madrid
Las aceras somos las personas
Nuestros sueños nos pisotean una y otra vez
Siguiendo la estela que nos marca el poder oculto
Que está dentro de nosotros como el amor de una madre a un hijo
Fueron ellos quienes tiñeron de roja sangre la historia
Y ahora tiñen de histeria nuestra sangre cada vez mas incolora
Solo nos queda el amor y la empatía
Si el poder oculto lo destruye
Nuestros hijos perecerán de gloria
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