Bajo un sol de justicia tomamos la calle.
Deformes de uniforme con esvástica
nos esperan impacientes con dientes apretados.
Caminamos sin miedo y nuestra única arma
es un ramo de flores en la mano.
El odio en su mirada y su irónica sonrisa
delata su desprecio.
Los más bravos con cicatrices en la espalda
comienzan a increparlos.
La escusa está servida
mala hostia y dentelladas
ni los adolescentes están a salvo.
En un hospital de urgencias palidece la democracia
y la libertad languidece frente a un juez en un juzgado.
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