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domingo, 8 de enero de 2012

¿IBEROAMÉRICA CHINA? por J. MONFORTE

China e Iberoamérica
Muchas son las noticias que actualmente aparecen en los medios de comunicación acerca de las “grandes bonanzas” de las relaciones económicas y políticas de China con Iberoamérica. El III Foro de Cooperación Económico-Comercial China-Caribe, en Trinidad y Tobago, y la V Cumbre Empresarial China-América Latina, en Lima, son dos de los grandes acontecimientos en 2011 que parecen refrendarlo.
Sin duda, las alianzas y acuerdos políticos y económicos con China son necesarios, pero la urgencia de acotar este tipo de relaciones desde la más estricta prudencia política por parte de los países iberoamericanos exige un análisis que también ponga en el otro lado de la balanza los costes que pueden conllevar en el medio y largo plazo este tipo de actuaciones.
Hay que constatar que el escenario iberoamericano es, actualmente, uno de los campos de batalla de la dialéctica China-Estados Unidos. Aunque a primera vista, los acuerdos y alianzas establecidos entre algunos países iberoamericanos y China puedan parecer una vía de escape para reducir la dependencia iberoamericana de Estados Unidos, a medio y largo plazo pueden someter a estos países a una “nueva sangría”, consecuencia de los rasgos depredadores de la política exterior del gigante chino.
La aparente bonanza
Nos encontramos ante una aparente situación de bonanza económica que atraviesa Iberoamérica, y digo aparente, ya que los elevados precios de exportación de las materias primas y la venta de minerales al resto del mundo, y fundamentalmente a China, esconden las desventajas históricas de este modelo de crecimiento iberoamericano:
-       Escasa diversificación de las exportaciones (en producto y en destino). El 87% de las exportaciones al continente asiático-principalmente a China- son materias primas, y únicamente el 13% restante son productos manufacturados.
-       Bloqueo estratégico chino, en muchos casos, de importaciones de productos elaborados e industriales iberoamericanos.
-       Elevado riesgo asumido ante una posible crisis de demanda de China.
-       La falta de una estrategia común política y económica con China.
-       La alta dependencia histórica de importaciones de productos manufacturados (cada vez más de China).
-       Excesiva dependencia de inversiones extranjeras claramente depredadoras (China). Inversiones chinas, que en muchos casos, son de poco valor añadido y con trabajadores procedentes de China.
-       La aún precaria política tecnológica e industrial de los países iberoamericanos.
El dragón hambriento 
Un asunto de especial importancia es la naturaleza de la importación de las manufacturas chinas. Un alto porcentaje de las noticias aparecidas en los medios de comunicxación abundan en que este hecho es esencialmente bueno para Iberoamérica. Pero acaso, ¿no está también en peligro un elevado número de pequeñas y medianas empresas iberoamericanas (y por tanto, de trabajadores) por la competencia generada ante esta situación y, también, debido a la falta de apoyo gubernamental? Y, además, la venta de estas mismas manufacturas chinas en Estados Unidos está desplazando a numerosas empresas exportadoras mejicanas y de otros países centroamericanos, para las que el mercado norteamericano es su principal fuente de ingresos.
Hay que destacar que Brasil y Argentina son dos de los países que más esfuerzos están haciendo en imponer restricciones a las importaciones chinas y equilibrar las relaciones políticas y económicas con este país. Argentina lo propuso en MERCOSUR en junio del pasado año, y Brasil ha comenzado a poner impuestos a la importación de vehículos chinos.
Por otro lado, la gran dependencia de recursos naturales del gigante chino para abastecer de fuentes energéticas a sus empresas y, en particular, para sostener el consumo y “calidad de vida” de sus habitantes, principalmente de las ciudades, ha provocado que en los últimos años las inversiones exteriores de China para extraer petróleo y otros recursos de  Iberoamérica hayan ido en aumento, principalmente gracias al superávit comercial que mantiene con Estados Unidos.
En definitiva, importación de manufacturas e inversión extranjera china, ¿en qué y para qué? Una pregunta que deberían hacerse muchos políticos actuales.
El petróleo y los recursos minerales, principalmente, son las fuentes energéticas que China necesita para satisfacer su modelo productivo con grandes rasgos depredadores. Sin entrar en consideraciones acerca de la estrategia que ya está llevando a cabo en África, en países como Brasil (más del 50% de las inversiones chinas se efectúan en territorio brasileño), Venezuela, Chile, Colombia, Ecuador, México, Argentina y Perú, la explotación de los valiosos recursos de estos países mediante acuerdos bilaterales es una muestra de la capacidad china para aprovechar la falta de una estrategia común en estos países, así como de una ausencia absoluta de una estrategia a escala nacional donde los intereses comerciales de ciertas oligarquías empresariales y gubernamentales posibilitan que en el largo plazo estas patrias se vayan “vendiendo” al mejor postor, condicionando a largo plazo su desarrollo.
La soja, el hierro, el cobre y el petróleo transitan hacia el destino chino a costes muy bajos, sin que parezcan importar las consecuencias que a medio y largo plazo pueda esto ocasionar  en la industria y en los ciudadanos. Y al contrario, las prometidas inversiones chinas en vías férreas y otras infraestructuras que realmente beneficien a los países iberoamericanos siguen siendo muy bajas.
Y es que también hay que prestar especial atención a la compra de tierras que las autoridades chinas están haciendo en países como Brasil, Argentina o Paraguay. Un nuevo colonialismo terrateniente, que China está practicando como ya hacen otros países  (Corea del Sur, Japón, Arabia Saudí o Qatar), creando apéndices territoriales en otros continentes y exportando trabajadores de origen chino, en su mayoría explotados junto a los trabajadores iberoamericanos, engañados y obligados a no integrarse ni aprender el idioma español.
Prudencia ante China
No cabe duda de que los intereses comerciales y políticos de China en los países iberoamericanos irán en aumento, pero lo que también irá en aumento, ante la falta de tecnología y de una estrategia clara para salir del agujero económico en el que se encuentran estos países, será la extracción de sus recursos naturales para mayor gloria del dragón chino.
Los “vendepatrias”, a través de empresas que apoyan con puente de plata las exportaciones chinas de recursos naturales, vuelvan la cara a las grandes desigualdades económicas y sociales de sus propios países, y miran con el rabillo del ojo a las grandes necesidades de distribución energéticas en sus propios territorios.
Es cierto, la crisis económica internacional ha afectado tangencialmente a Nuestra América y hay voces que así lo proclaman. Pero, si no plantamos cara enérgicamente a la incipiente dependencia económica y política de China, es posible que este país, en un breve periodo de tiempo, marque las pautas de desarrollo de unos países que, aunque contienen ingentes y valiosos recursos naturales y una gran fuerza de trabajo, siguen siendo víctimas y cómplices de una falta de una verdadera estrategia común ante terceros. Esperemos que en la CELAC se planteen este tipo de asuntos.

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