Páginas

miércoles, 25 de enero de 2012

Los factores del cambio social por JOSÉ LÓPEZ 2ª Parte

Disculpad el formato, gracias.

Cuando se parte de peores condiciones, cuando se est� m�s atrasado, es m�s
f�cil identificar hitos hacia los que dirigirse. La conciencia de la posibilidad de
cambio en este caso se dispara. Si hay una luz clara hacia la que dirigirse entonces es
f�cil elegir una direcci�n de movimiento, es f�cil concienciarse sobre c�mo cambiar.
Un pa�s atrasado tiene como modelo hacia el que dirigirse a los pa�ses adelantados.
Cuando alguien est� a la vanguardia, sirve de ejemplo al resto. Si en un pa�s no hay
democracia, entonces el modelo a seguir es el de los pa�ses que s� disfrutan de cierto
grado de democracia. Aunque tambi�n es cierto que una vez iniciado el movimiento, el
pa�s atrasado, en ocasiones, adelanta al que era inicialmente m�s adelantado,
simplemente por inercia, porque el pa�s que ha iniciado el movimiento, si no se
detiene, puede superar al que se ha detenido, al que est� estancado. �sta es la
esencia de la ley del desarrollo desigual y combinado de la sociedad. Un pa�s atrasado
inicia un movimiento a tal velocidad que supera, por momentos, a los pa�ses m�s
adelantados. Normalmente un pa�s que ha llegado a cierto grado de desarrollo se
estanca, con lo que su avance se detiene y puede ser superado por otros pa�ses que
estaban bastante atrasados respecto a �l. La velocidad de la historia no es constante.
En ciertos momentos, la historia se acelera, se producen importantes saltos hacia
delante, en otros momentos, la historia se detiene, se llega a una situaci�n est�tica,
incluso se retrocede. Unos pa�ses adelantan a otros y les toman el relevo. A un
imperio sucede otro. A una civilizaci�n dominante sucede otra. A una clase dominante
sucede otra.
Los tres factores del cambio no son independientes, siendo el factor primario la
necesidad. Cuanto mayor sea la necesidad de cambio, mayores posibilidades de que
la conciencia de dicha necesidad aparezca o aumente y a su vez mayor probabilidad
de que la conciencia de la posibilidad de cambiar surja o crezca. Cuando uno tiene
verdadera necesidad, directa, inmediata, r�pidamente es consciente de ella y presto
se dispone a buscar soluciones para satisfacerla. Por esto es m�s f�cil que se
produzcan cambios cuando �stos son apremiantes que cuando s�lo son deseables. La
Los factores del cambio social
9
relaci�n entre estos factores no es �bidireccional�, es �unidireccional�. El primero
precede al segundo y al tercero. La necesidad es el factor que manda, el que influye
en los otros y no al rev�s. Si la necesidad no alcanza cierto grado entonces los otros
dos factores no existen o son insuficientes. Normalmente, se necesita mucha
necesidad para ser consciente de ella y a su vez se necesita bastante conciencia de
dicha necesidad para buscar las soluciones, es decir, para llegar a un m�nimo de
conciencia sobre la posibilidad real de efectuar cambios. En definitiva, para que se
puedan producir cambios, se requiere normalmente: primero, mucha necesidad de
cambio, segundo, bastante conciencia de dicha necesidad y, tercero, algo de
conciencia sobre la posibilidad de realizarlo.
Porque si hay mucha necesidad de cambio, si �ste es apremiante, por muy
inconsciente o alienado que est� un pueblo o un individuo, las necesidades fisiol�gicas
y psicol�gicas del ser humano son ineludibles y r�pidamente le reclaman su atenci�n.
Por muy desinformado o iluso que sea uno, cuando hay hambre, hay hambre. Nadie
puede librarse de la tiran�a de la materia. Y por consiguiente, cuando la necesidad de
cambio es urgente, la conciencia sobre ella surge r�pida e intensamente y como
consecuencia se buscan soluciones (individuales y/o colectivas) y se intentan
realizarlas por remotas o dif�ciles que parezcan. Por esto, la sopa del cambio necesita
de mucha necesidad, de bastante conciencia sobre dicha necesidad de cambio y una
pizca, como m�nimo, de conciencia sobre la posibilidad de realizarlo. �sta es la receta
ideal del cambio. Cuando se dan estos ingredientes, en esas proporciones, el cambio
es casi inevitable, es muy probable. Sin embargo, no es la receta �nica. Tambi�n se
pueden producir cambios con algo menos de necesidad, con algo de conciencia de
necesidad y con algo de conciencia de posibilidad. Aunque, en este caso, el cambio es
menos probable, es m�s dif�cil que se produzca, pero no imposible. Por esto es m�s
dif�cil que los cambios surjan en los pa�ses m�s adelantados, o dicho de otra manera,
en dichos casos, los avances son m�s progresivos, menos traum�ticos, hasta que se
produce una situaci�n de estancamiento y entonces los cambios se producen
bruscamente por necesidad, se vuelven urgentes.
No por casualidad la conciencia de clase se dispara cuando m�s se sufre las
consecuencias de la lucha de clases. En las crisis econ�micas los trabajadores se
conciencian m�s que nunca. Aprenden que aunque ellos no la ejerzan, existe siempre
una lucha de clases, de las clases altas contra las clases bajas. Las crisis intensifican
la lucha de clases porque las clases altas intentan hacerlas pagar a las clases bajas y
como consecuencia, tarde o pronto, de una u otra forma, poco o mucho, bien o mal,
�stas deben reaccionar y defenderse. As� como se conoce realmente a las personas
cuando las cosas van mal, se conoce tambi�n el aut�ntico rostro clasista del Estado
cuando la econom�a va mal.
La comodidad es un gran obst�culo para el avance, para el cambio. Siempre es
m�s probable que la necesidad fuerce el cambio m�s que la simple conciencia de que
es posible seguir mejorando, y esto es tanto m�s cierto cuanto m�s es reprimida dicha
conciencia por el sistema. El instinto de supervivencia es m�s fuerte que el
instinto de superaci�n. Y adem�s �ste es atenuado por la comodidad. El ser
humano, cuando llega a cierto grado m�nimo de comodidad, prefiere renunciar a la
posibilidad de mejorar porque esto le supone un esfuerzo que no est� dispuesto a
asumir. Una de las leyes de la naturaleza, de la cual no escapamos los humanos, es la
Los factores del cambio social
10
ley del m�nimo esfuerzo. Y el cambio, la lucha, supone uno de los esfuerzos m�s
grandes que pueda hacerse. Y por supuesto, esta ley no es desconocida por las
minor�as que pretenden dominar la sociedad, que intentan minimizar los cambios,
detenerlos o incluso invertirlos. Sin embargo, no todos los individuos sucumben de la
misma manera ante la ley del m�nimo esfuerzo. Existen seres excepcionales, con unos
niveles de inconformismo, de inquietud, de rebeld�a, de af�n de superaci�n, de
imaginaci�n, de inteligencia, de sensibilidad, de creatividad, de tenacidad, de�, muy
superiores a la media (debido normalmente a una combinaci�n de caracter�sticas
innatas especiales de tales individuos y de ciertas experiencias vitales tambi�n
especiales), que les hacen esforzarse m�s que la mayor�a de sus cong�neres y que
gracias a sus esfuerzos, a la combinaci�n de sus aptitudes junto con sobre todo su
actitud, en ocasiones, son capaces de hacer grandes descubrimientos, son capaces
de inventar, de crear, de cambiar. Seres en los que se da una combinaci�n de
factores, entre los que cuenta l�gicamente el contexto econ�mico y social, de tal forma
que contribuyen al desarrollo humano, al progreso de la sociedad. Son los que
solemos llamar personajes ilustres, los grandes hombres y mujeres de la historia, los
genios. Pero, adem�s de los personajes ilustres que todos conocemos, tambi�n
existen h�roes an�nimos que posibilitan el cambio, que luchan por mejorar la
sociedad, que se rebelan contra las injusticias, que resisten. �Cu�ntos genios, cu�ntas
grandes personas, habr�n pasado desapercibidos a lo largo de la historia!
Cuando en determinado pa�s existe una necesidad real evidente, grande, y, adem�s,
existe una gran conciencia sobre la necesidad de cambio, porque tenemos una �lite
intelectual activa, responsable, comprometida, o porque tenemos un pueblo con un
grado importante de educaci�n, o porque tenemos una ciudadan�a informada e
implicada, y adem�s, existe una conciencia de que es posible mejorar las cosas,
porque tenemos una sociedad suficientemente libre, donde la libertad de prensa y de
expresi�n est�n m�nimamente desarrolladas, donde las ideas fluyen por la sociedad
con cierta intensidad, o porque existen ciertos hitos a los que dirigirse f�cilmente
identificables o ciertos ejemplos de otros pa�ses en los que fijarse, entonces, las
probabilidades del cambio se disparan. Cuando, por el contrario, no existe una
necesidad real de cambio, o bien cuando no es muy grande, y, adem�s, no existe
suficiente conciencia sobre la necesidad de seguir avanzando (aunque s�lo sea para
mejorar lo que nunca es perfecto), porque tenemos una intelectualidad callada, nada
comprometida o simplemente vendida, o porque tenemos un pueblo alienado,
desinformado, idiotizado, acomodado, y, adem�s, no existe una conciencia sobre la
posibilidad de cambiar porque tenemos una ciudadan�a conformista, atemorizada,
traumatizada por los intentos fracasados de cambios en el pasado, o porque no se
vislumbra claramente c�mo podr�a avanzarse, no se ven faros hacia los que dirigirse,
entonces las probabilidades del cambio son m�nimas. Entre ambos casos extremos,
entre el caso en que todos los factores juegan a favor del cambio y el caso en que
todos juegan en contra, existe todo un abanico de casos intermedios en los que todo
es posible, en los que el cambio puede producirse o no, o en los que el cambio puede
ser a mejor o a peor. Ambos casos extremos son, de hecho, excepcionales. La mayor
parte de las veces existen factores objetivos y subjetivos, en distinta proporci�n,
a favor y en contra del cambio, por la revoluci�n y por la reacci�n.
Los factores del cambio social
11
Por otro lado, la relaci�n entre aquellos tres factores que posibilitan el cambio no es
siempre tan directa o simple. A veces, es dif�cil percibir la necesidad de cambio,
porque la sociedad humana es compleja y las interrelaciones dentro de la misma no
son tan inmediatas. Puede parecernos que no nos afectan ciertas cosas que nos
parecen lejanas, en el espacio y en el tiempo, pero que en realidad tienen mucha m�s
influencia de la que pensamos o percibimos. Esto podemos visualizarlo
metaf�ricamente como el efecto mariposa. Digamos que las necesidades y
responsabilidades del individuo en la sociedad se diluyen. Una persona enfrentada
sola o casi sola a la naturaleza tiene en todo momento muy claras sus necesidades de
supervivencia y por tanto es consciente de las mismas, tiene en todo momento muy
claras las consecuencias de sus actos, y por tanto sus responsabilidades. Pero una
persona que vive en sociedad, donde sus actos afectan a los dem�s en mayor o
menor grado, a personas cercanas o distantes, y no s�lo a ella, tiene m�s dificultades
para ser consciente de las consecuencias de sus actos hacia los dem�s y tambi�n de
los actos de los dem�s para con ella. Por ejemplo, un trabajador que no se enfrenta a
su jefe y decide someterse a hacer horas extraordinarias sin cobrar, afecta al resto de
trabajadores, tanto contempor�neos como futuros, porque al sentar precedente, los
dem�s se ver�n m�s o menos obligados a someterse a las condiciones que ha
aceptado. Esto es algo que todo trabajador sufre diariamente en su puesto de trabajo.
En la vida en sociedad pagamos los errores y cobramos los aciertos de nuestros
abuelos y de nuestros vecinos. Nos afectan hechos que ocurrieron en el pasado (a
veces incluso remoto) y que ocurren en otros lugares (y esto es tanto m�s cierto
cuanto m�s globalizado es nuestro sistema social).
Una de las principales causas de la degeneraci�n de toda sociedad es, precisamente,
el hecho de que los actos de los individuos se difuminan en ella. Es t�pica la
degeneraci�n del comportamiento de ciertos individuos cuando est�n en grupo. El
grupo les da cierta seguridad para hacer cosas que no se atrever�an a hacer
individualmente. Esto es muy habitual sobre todo entre los j�venes. Muchos se
comportan como aut�nticos cafres cuando est�n en grupo. Esto es as� porque los
j�venes a�n no tienen completamente desarrollada su personalidad, su yo, y por
consiguiente son m�s influenciados por el grupo, por los l�deres, por aquellos que
tienen m�s desarrollado su yo. Y la m�xima expresi�n de esta degeneraci�n del
individuo dentro del grupo surge con los totalitarismos, como el que ocurri� en la
Alemania nazi. En el �xtasis total de la sumisi�n del individuo al grupo, en el m�ximo
apogeo del comportamiento de las masas como ovejas dirigidas por un pastor, por su
f�hrer (palabra que significa l�der en alem�n), surgi� uno de los reg�menes m�s
crueles de toda la historia de la humanidad, en pleno siglo XX. Otro ejemplo de este
cambio radical del comportamiento del individuo cuando forma parte de un grupo lo
encontramos en las guerras entre pa�ses. Ciudadanos que de forma individual hasta
congeniar�an, se matan mutuamente en nombre del grupo, en este caso pa�s, al que
pertenecen. Lo que en el comportamiento individual se considerar�a como un
asesinato, perseguido por la ley, en el comportamiento en grupo es aceptado, y hasta
recompensado. Esta alienaci�n del individuo en la sociedad, su anulaci�n dentro del
grupo, cuya causa de fondo es el sometimiento al pensamiento de grupo, la sumisi�n
del pensamiento libre y cr�tico al pensamiento �nico, es la principal ra�z ideol�gica de
los problemas de la sociedad humana. Uno de los grandes retos de la sociedad es
conseguir que cada persona sienta su responsabilidad individual con respecto
Los factores del cambio social
12
al funcionamiento global de la sociedad, que sienta la importancia del granito de
arena que aporta.
La sociedad humana es un sistema complejo, tanto porque los individuos que la
componen lo son, como por las relaciones que se establecen entre ellos. En todo
sistema donde hay relaciones complejas e intensas, existen los efectos mariposa.
�stos son m�s dif�ciles de detectar. En la vida en sociedad, en definitiva, es m�s
dif�cil ser consciente de las necesidades.
Adem�s de esto, de la mayor dificultad de concienciarse sobre las necesidades en la
vida en sociedad, el sistema establecido combate el cambio atacando estas tres
causas: necesidad de cambio, conciencia de la necesidad de cambio, conciencia
de la posibilidad de cambio. Intenta (pero no siempre consigue) que la gente est�
m�nimamente satisfecha para que no tenga la necesidad perentoria de cambiar,
manteniendo al pueblo en una miseria controlada y limitada. Miseria de la mayor�a
necesaria para que existan minor�as opulentas. Pero miseria controlada, no excesiva,
para contener al pueblo, para que �ste no estalle. Y a su vez intenta que el pueblo no
est� consciente de que es, en realidad, necesario seguir avanzando. Ya no es
suficiente con tener a los individuos con ciertas necesidades b�sicas satisfechas, en el
caso de que incluso as� sea. Si la humanidad no consigue desarrollar la
democracia peligra enormemente su supervivencia. Aun obviando el hambre, las
guerras, las enormes desigualdades, lo cual ya es mucho obviar, aun admitiendo que
el mundo fuera capaz de erradicar dichas lacras, el desastre ecol�gico es un claro
s�ntoma de que no vamos por buen camino, de que debemos cambiar nuestro modelo
de sociedad. Pero adem�s, en nuestras insuficientes democracias estamos a
expensas de cualquier loco o irresponsable que es capaz de declarar una guerra aun
en contra de la opini�n p�blica e impunemente (lo cual demuestra la �calidad� de
nuestras democracias). No hay m�s que recordar lo ocurrido recientemente con
dirigentes como Bush, Blair o Aznar. Si tenemos en cuenta esto m�s el hecho de que
a�n no somos capaces de resolver los conflictos de forma pac�fica, m�s el hecho de
que ahora disponemos de armamento nuclear, qu�mico o bacteriol�gico, es decir, de
que disponemos de una capacidad de destrucci�n como nunca hemos tenido, hasta el
punto de que podemos destruir nuestro planeta varias veces, entonces existen
razones contundentes para preocuparse por nuestro futuro inmediato. Obviar todos
estos factores es pecar de irresponsables e inconscientes.
Como dec�a, el sistema establecido intenta, adem�s, que el pueblo piense que aunque
sea necesario avanzar, o simplemente aunque sea deseable (es evidente que siempre
se puede avanzar m�s), no es posible, o es muy dif�cil, no merece la pena intentarlo.
Es decir, el sistema fomenta la idea de que m�s vale lo malo conocido que lo bueno
por conocer. Mediante el control de los medios de comunicaci�n y del sistema
educativo, es decir, controlando la manera de pensar de la poblaci�n, se procura evitar
que las ideas dominantes puedan ser cuestionadas por ideas alternativas, que
permanecen como marginales, se procura imponer el pensamiento �nico. El sistema
fomenta el ego�smo, el individualismo, el conformismo, la apat�a, la inconsciencia, el
derrotismo, la comodidad. Es decir, fomenta todo aquello que se opone al cambio
social. Distorsiona la historia para convencer a la gente de que no sirven de nada las
revoluciones, explota los fallos cometidos por aquellos que intentaron cambiar el
sistema a lo largo de la historia para justificar que mejor no volver a intentarlo.
Los factores del cambio social
13
Tergiversa la historia para ocultar el hecho de que el sistema actual es relativamente
reciente en la historia de la humanidad, creando as� la falsa sensaci�n de que todo ha
sido siempre as� y por tanto siempre ser� as�, posibilitando que la mayor�a de la gente
piense que el ser humano nunca cambiar�, que no tiene soluci�n. Caso aparte merece
la religi�n, uno de los instrumentos m�s poderosos de manipulaci�n de masas jam�s
inventado. El sistema recurre al miedo para amedrentar el esp�ritu de cambio, siendo
el progreso inherente al esp�ritu humano. Por �ltimo, cuando el cambio se hace
inevitable el sistema procura sobrevivir haciendo que sea m�nimo o aparente, o
incluso invirti�ndolo cuando el pueblo se acomoda.
Dec�amos que los tres ingredientes fundamentales del cambio eran la necesidad, la
conciencia de dicha necesidad y la conciencia de la posibilidad de hacer el cambio.
Estos tres ingredientes son los que posibilitan que se intenten los cambios, que salte la
chispa. Pero, adem�s, para que el cambio tenga �xito se necesita una o varias
estrategias para llevarlo a cabo. Para salir de la oscuridad del t�nel, dirigirnos a la luz,
y alcanzarla, necesitamos un veh�culo que nos lo posibilite, necesitamos saber c�mo ir
hacia ella. El veh�culo puede ser nuestras piernas o alg�n medio de transporte
dependiendo de la dificultad del camino, de la distancia a la luz, etc. Tan importante
es saber hacia d�nde queremos ir como determinar c�mo tenemos que ir. Tan
importante es fijarse objetivos, etapas, como estrategias para alcanzarlos. Y para
dise�ar las estrategias adecuadas es imprescindible conocer la realidad. Para alcanzar
la luz, necesitamos dise�ar el veh�culo adecuado que se adapte al terreno, para lo cual
debemos primero conocer bien el terreno a recorrer. En definitiva, sin necesidad real (y
grande) de cambio y sin conciencia (de la necesidad y de la posibilidad de cambiar) no
hay revoluci�n, pero tampoco sin estrategia. Sin la estrategia adecuada la rebeli�n
social no logra ser revoluci�n. Esto quiere decir que quienes propugnamos cambios
sociales profundos, y mientras los factores objetivos van acrecent�ndose, es decir,
mientras las contradicciones sociales van intensific�ndose hasta llegar a un punto
insostenible, cr�tico, debemos ir trabajando los factores subjetivos, la conciencia y la
estrategia fundamentalmente. Debemos ir propagando la semilla de la revoluci�n
social y debemos ir organiz�ndonos para cuando llegue el momento oportuno.
En mi humilde opini�n, si no ha llegado ya, a punto estamos de alcanzar dicho
momento hist�rico. Tenemos muy poco tiempo para prepararnos para la posible
revoluci�n social internacional que puede estar avecin�ndose, que, tal vez, ya haya
comenzado. El capitalismo muestra cada vez m�s signos evidentes de
agotamiento pero todav�a los anticapitalistas no estamos suficientemente
preparados para superarlo. La izquierda tiene a�n muchos deberes pendientes.
No podremos ganar la nueva guerra social que se nos avecina, que en verdad ya ha
comenzado (si bien, en realidad, en el capitalismo la guerra social es permanente,
cuando surgen sus crisis simplemente se agudiza, y estamos en la actualidad en una
de sus m�s grandes crisis, de esto ya nadie duda), si primero no somos capaces de
aprender realmente de los errores cometidos en el pasado reciente y si no somos
capaces de organizarnos para lograr el imprescindible equilibrio entre libertad y
disciplina, entre espontane�smo y planificaci�n, entre masas y liderazgos. Los
proletarios, los ciudadanos, las clases populares, quienes conformamos la mayor�a
social, el 99%, debemos unirnos pero sin anular al individuo, debemos coordinarnos
pero sin caer en los errores del pasado. Errores que todav�a estamos pagando muy
Los factores del cambio social
14
caros en el presente. Errores que todav�a no hemos superado en el campo te�rico. En
particular, debemos huir de todo liderazgo excesivo, los liderazgos son necesarios
pero en su justa medida, deben ser rotatorios, revocables, elegibles y sobre todo
controlados en todo momento desde las bases democr�ticamente. Pero, adem�s,
debemos despojar a la teor�a revolucionaria, que describe c�mo hacer la revoluci�n
social, c�mo desarrollar una sociedad m�s justa y libre, c�mo hacer la transici�n
desde el capitalismo a otro sistema radicalmente distinto, de sus errores m�s
profundos.
A modo de conclusi�n podemos decir que mientras no logremos, en primer lugar, pero
no en �ltimo, concienciarnos suficientemente y a su vez concienciar a nuestros
conciudadanos, la revoluci�n no ser� posible. Debemos hacer todo lo posible por
romper el monopolio ideol�gico capitalista, aunque sea con el tradicional boca a boca.
Sin embargo, ahora disponemos, adem�s, pero no exclusivamente, de una nueva
arma: Internet. Debemos procurar que nuestros familiares, amigos, compa�eros de
trabajo,�, se acerquen a la prensa alternativa, que empiecen a contrastar entre la
prensa capitalista y la anticapitalista. Debemos esforzarnos sobre todo por concienciar
a quienes no lo est�n suficientemente (la gran mayor�a). Las ovejas negras debemos
agitar al resto del reba�o. Debemos ser cada vez m�s ovejas negras hasta
convertirnos en mayor�a. Cada oveja negra puede contribuir a ello. Como m�nimo,
dejando de realimentar al sistema (por ejemplo, dejando de votar a los partidos
mayoritarios que ya tuvieron su oportunidad de intentar cambias las cosas), leyendo
cosas diferentes a las ideas que nos meten hasta en la sopa diariamente, escribiendo,
opinando, participando en debates, promocionando ciertos libros y art�culos o ciertos
lugares de Internet, el �ltimo reducto de libertad de expresi�n p�blica que nos queda
(al menos por el momento, pues ya est�n intentando censurarlo con la excusa de
proteger los derechos de autor), incitando a las nuevas ovejas negras a ser ellas
tambi�n activas, a tener iniciativa, a agitar a m�s ovejas a su alrededor. �Pero cada
oveja negra debe hacer todo esto con humildad, adem�s de con insistencia y
paciencia! Afortunadamente, tambi�n existe en cierta cuant�a (no infinita, pero
tampoco nula) el libre albedr�o, gracias al cual Pedro escribi� su estupendo art�culo,
gracias al cual yo mismo escrib� el presente, gracias al cual el lector lleg� a leernos.
Debemos concienciarnos todos (o al menos la mayor�a de) los esclavos acerca de la
explotaci�n capitalista que sufrimos. Quien no siente las cadenas no intenta liberarse
de ellas. El capitalismo es la cumbre evolutiva del totalitarismo, del esclavismo, pero,
afortunadamente, no es perfecto. Pues nada lo es. No debemos infravalorar al
enemigo, pero tampoco sobrevalorarlo. No debemos caer en el utopismo, en el exceso
de optimismo, pero tampoco en el derrotismo, en el exceso de pesimismo. Podemos
liberarnos del control ideol�gico capitalista. Y podemos contribuir a que cada
vez m�s gente as� lo haga tambi�n. Cada uno de nosotros puede aportar su
grano de arena para que los factores subjetivos acompa�en a los objetivos y se
produzca, por fin, la necesaria superaci�n de la barbarie capitalista. Nos recuerda
Pedro que, tal como dice el marxismo, la base de la sociedad es lo material, m�s en
concreto el sistema econ�mico. Pero yo quisiera recordar que el materialismo
dial�ctico, el ADN del marxismo, dice tambi�n que la infraestructura es influida por la
superestructura, que las ideas tambi�n influyen en lo material. Adem�s de influencias
mutuas, de causas y efectos que se intercambian, la sociedad humana est� tambi�n
Los factores del cambio social
15
plagada de contradicciones. La dial�ctica est� por doquier y en grandes dosis en
nuestra sociedad. Si olvidamos el car�cter dial�ctico (materialista) de la sociedad
humana no podemos comprenderla y por tanto transformarla, corremos el riesgo de
caer presos del determinismo fuerte, o del burdo materialismo metaf�sico del siglo
XVIII, los cuales nos llevan (tal vez sin quererlo) al derrotismo, a la apat�a. Pedro, sin
dudas, aport� su gran grano de arena, uno m�s. Yo tambi�n he intentado aportar el
m�o, uno m�s tambi�n. �Y t� a qu� esperas lector (si no lo has hecho ya)?
La emancipaci�n del proletariado debe ser, s�lo puede ser, obra del propio
proletariado. Las ovejas s�lo pueden liberarse a s� mismas, colectiva e
individualmente. Los ciudadanos corrientes no podemos esperar que las mismas �lites
que nos oprimen, que nos intentan (y en demasiado grado logran) controlarnos, nos
liberen, nos resuelvan los problemas cr�nicos que ellas nos generan. La libertad se
conquista, nunca es regalada. Como dec�a Marx, los seres humanos hacen su
propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado. Influidas no es lo
mismo que completamente determinadas. Estamos muy condicionados por el pasado,
por el contexto social que nos encontramos, pero no totalmente, podemos, no sin
esfuerzo ni tiempo, cambiar dicho contexto. En esto consiste esencialmente la
revoluci�n social. Si hemos logrado cambiar en el pasado, podemos seguir haci�ndolo
en el presente, en el futuro, �pero siempre que, entre otras cosas, tengamos en cuenta
las circunstancias cambiantes, siempre que nos adaptemos al presente, siempre que
aprendamos del pasado! La teor�a revolucionaria debe seguir evolucionando.
Deberemos recordar, cuantas veces sean necesarias, lo que sigue siendo v�lido de
ella, pero tambi�n deberemos corregir sus errores analizando las experiencias
pr�cticas. S�lo con el esp�ritu cient�fico (es decir, practicando el pensamiento libre y
cr�tico, cuestionando y contrastando) podremos hacer que la ciencia revolucionaria se
revitalice. Sin ciencia revolucionaria no hay revoluci�n. �ste fue el gran aporte del
socialismo cient�fico. �Pero sin m�todo cient�fico no hay ciencia, �sta se convierte en
religi�n! La ciencia revolucionaria no puede evolucionar mientras quienes la propugnan
no se liberen suficientemente de los dogmatismos y de los sectarismos, las grandes
lacras de la izquierda.

22 de enero de 2012
Jos� L�pez
http://joselopezsanchez.wordpress.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario