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jueves, 14 de febrero de 2013

EL RESCATE POR JUAN LEYVA

El rescate no se llamará rescate 
sino cesión temporal de soberanía. 
En bote de lujo saltarán primero al agua 
por este orden: 
La Corona, políticos, aristocracia. 
 Se llevarán todo lo que quieran 
pues la mayoría ya se lo han llevado. 

En un bote muy bien acondicionado: 
altos cargos, clases altas, banqueros, evasores 
se llevarán todo lo que quieran 
pues la mayoría ya se lo han llevado. 

En un bote cómodo, amplio: 
deportistas de élite, curia religiosa, grandes empresarios 
se llevarán todo lo que quieran
pues la mayoría ya se lo han llevado. 

En un bote pequeño: 
los asesores, cargos de libre designación, 
militares de alto rango 
se llevarán lo que quepa en el bote 
pues la mayoría ya se lo han llevado. 

Por último quedarán: los ciudadanos: 
funcionarios, maestros, obreros, mineros, científicos, estudiantes, 
parados, jubilados, inmigrantes, marginados. 

A esos nos lanzarán un flotador pinchado 
y los tiburones 
estarán esperando. 

Las mareas mezclarán sus colores 
y teñirán de negro el océano 
mares que bañarán las costas
 invadidas por la soledad que tiene el poder 
esa extraña forma de sufrimiento. 

Y esas luchas anegadas 
dejarán la triste noticia 
unida a la esperanza 
de que la lucha nunca acaba 
siempre hay una cuenta pendiente
un dolor que se clava 
una madre que tiende al infinito, 
un nuevo día. 

Siempre hay alguien que espera 
ignorado todavía, 
que nos traspasa con su vida 
y la eleva por encima de nuestras medidas. 

Siempre hay algo que nos recuerda 
llámese memoria o conciencia 
de que somos humanos, todavía, 
seres creados para entregarnos 
a causas, incluso perdidas 
máquinas de sufrir y producir gestos, 
madera noble traída de las eras superadas 
con guerras y razas 
tierra, viento, agua 
y una especie continuada, mejorada 
a pesar de los errores 
a pesar de los asesinos 
a pesar de los traidores 
a pesar de la ignorancia 
a pesar de tantas pérdidas, 
somos portadores de semilla nueva 
que nacerá por encima de lo yermo, 
creciendo como si no existiera el límite humano, 
la frontera que ahora vemos tan cerca. 

Habrá un nuevo futuro 
que prescinda de lo innecesario 
y se centre en lo imprescindible. 

Habrá que construir 
sobre escombros 
el nuevo mundo 
ese que siempre es el mismo 
dotado de oxígeno y pan, 
empeño por existir 
un día más entre dudas 
y temores por los que vendrán 
¡qué será de ellos!.

Todo está ahí 
al alcance de los sueños 
forma difusa de supervivencia, 
trama de novela negra 
y polvo de estrellas apagadas. 

Ha sido así 
o al menos me lo han contado. 

Tras la angustia y el sufrimiento, 
una calma se posa sobre la tierra 
y cubre a nuestros muertos, 
de los que hemos nacido, 
tan fantásticos e increíbles como ellos. 

Seres de luz dotados del mejor armamento: 
su recuerdo. 
 El precio de vivir es la propia vida, 
cada uno decide como la vende 
o como se la juega.

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